El término tabú hace referencia a una costumbre de las culturas animistas en la que, implícitamente, se prohíbe mencionar o evocar a un objeto, conducta o espíritu. Posteriormente fue utilizado en psicología profunda, para describir un sistema psicológico de censura, que bloquea el material inconsciente. Descubriéndose que las características de este bloqueo determinan el carácter de las personas y los grupos sociales.
Actualmente, existe un tabú, que se circunscribe a una forma de pensar. Una vez que este tabú se incorpora a la conducta, actúa desde lo inconsciente (similarmente a como sucedería en las culturas animistas).
Este automatismo explicaría la generalizada dificultad para acceder a un discernimiento profundo sobre la verdadera cualidad del bien (la verdad) y del mal (el engaño). Esta dificultad se manifiesta claramente en quienes persiguen los espejismos que la apariencia provoca en su mente.
Cuando alguien se somete a este proceso degradativo, el bien y el mal es percibido como algo subjetivo y relativo. Surge así una ética dependiente de las metas imaginadas y codiciadas.
Quienes optan por perseguir el Paraíso Prometido por las apariencias, se ven obligados a aceptar ciertas restricciones indagativas. Unas restricciones necesarias para ocultar ese engaño sobre el que se han construido sus expectativas.
Aceptar la ceguera, impuesta por este tabú, supone una licencia para negar esas obviedades que mostrarían las grandes diferencias que separan lo real de lo aparente.
Esta negación automatizada es lo que dificulta la capacidad para discriminar entre la verdad y la mentira, la sabiduría y la astucia, la nobleza y la vileza…
La pretensión de perseguir un Paraíso Material, sobre la que se ha construido este mundo conceptual, debería ser cuestionada desde una base lógica sólida. Una lógica necesaria para aquellos que posean la voluntad de mantener una mirada atenta sobre el engaño que les subyace. Sólo quienes dispongan del suficiente coraje y sinceridad, podrán superar los obstáculos que este anquilosado mecanismo psicológico impone.
Cuando alguien pretende avanzar en una práctica de introspección, culminada por una indagación ecuánime, debe, inexcusablemente, ser capaz de eliminar los comportamientos y las actitudes que caen en el terreno de lo absurdo.
Para iniciarnos en esto, podríamos reflexionar sobre algunos de estos absurdos:
-Es absurdo, pretender que lo transitorio sea tratado como permanente, aunque así se haga, mayoritariamente.
-Es absurdo, depositar nuestra confianza en algo aparente y pretender encontrar ahí nuestra felicidad, a pesar de la obvia irracionalidad de este comportamiento.
-Es absurdo, vivir ignorando la muerte, como si nunca nos tuviera que suceder, y luego morir, sobrecogidos por el temor y habiendo ignorado lo que fue la vida.
-Es absurdo, buscar la satisfacción en el futuro sin haber aceptado el presente, arrastrados por la inercia de la necedad y la irreflexión.
-Es absurdo, pretender encontrar la felicidad ignorando el sufrimiento. Como lo sería ignorar una herida sangrante, mientras perseguimos nuestros caprichos y deseos.
Desde la actitud propuesta por una sociedad mercantilizada, estas consideraciones podrían sonar demasiado extrañas, lo que dificultaría su reflexión. Pero, sin esta reflexión, no habrá ninguna posibilidad de aplicar las obviedades y eliminar las contradicciones que nos aprisionan..
Para poder vencer un tabú de tal magnitud se requiere de un entrenamiento interno, en donde los artificiosos hábitos, surgidos en el engaño, sean sustituidos por comportamientos espontáneos, inherentes a nuestra naturaleza.
Por un lado, es obvio y perceptible que, para desplegar su potencial, nuestra naturaleza requiere de equilibrio, serenidad, creatividad, afectividad, honestidad, generosidad, libertad interna, armonía con la naturaleza, conexión con su origen… Pero no deberíamos olvidar que, para acceder a estas cualidades, antes deberemos ser capaces de superar las densas barreras emuladoras que nos envuelven, y que dificultan nuestro acceso a una genuina sabiduría interna.
Este desafío espera a aquellos de espíritu valeroso que disponga de la atención y la sinceridad suficientes para poder aceptarlo.
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Marsias Yana