El Exilio
Tras haber transformado los arquetipos en estereotipos y haber convertido la verdad en una ideología, el ser humano se encuentra incapacitado para aceptar sus hondas intuiciones, sin caer en precipitadas conclusiones ideológicas.
Las ideologías sólo son meras cartografías de ciertos flujos del sentir. Debajo de éstas, el sentir, al estar cubierto por un etiquetado conceptual, puede quedar relegado y deformado. Esta inconsciencia permite camuflar, debajo de la presentación más brillante, la actitud más mezquina.
Tras haber relativizado lo absoluto, tras haber suplantado el sentir por el desear sentir…, y como consecuencia del temor por sus propios orígenes, el ser humano ha elegido el exilio de sí.
Por esta razón, mi posición está esencialmente dirigida a señalar hacia el desarrollo de la conciencia y estimular un cambio interno. Un cambio que permita detener el exilio de sí mismo. Porque es esta huida lo que empuja al individuo hacia el precipicio cíclico de las apariencias, en donde es engañado y depredado.
Es propicio observar cómo el cambio externo, puede estar contaminado por esta huida y manchado por un victimismo subyacente. Un victimismo bajo el que se esconde una cobardía que, pretendiendo aparentar inocencia, engaña al ingenuo.
Pero detener esta huida no es tarea fácil, requiere el desarrollo previo de ciertas virtudes. Sólo entonces lo externo sabrá adaptarse a lo interno. Únicamente de esta manera, ese cambio será certero y no un movimiento pendular hacia algún otro extremo conceptual.
Contemplando este proceso, observo cómo el verdadero reclamo interno llama a la puerta de quienes disfrutan de cierta nobleza. Para atender adecuadamente este reclamo, aquellos que lo sientan, deberán salir del pantano emocional que regenta el victimismo y administra la indignación, en los sótanos de un miedo envolvente.
En estos tiempos cruciales, numerosas antorchas comienzan a encenderse. Y aunque sus llamas son alimentadas por diferentes combustibles, puede que sus diferencias sólo sean aparentes.
Quienes saben distinguir entre la esencia y la apariencia, reconocen un único calor y un único resplandor. Atrás quedarán aquellos otros fuegos imaginados, que mantenían fríos los corazones
Quienes sean fieles a su esencia no se perderán.
Fragmento extraído del libro Evocación
Marsias Yana