Aquellos que (ante la hecatombe de la ética) han acertado a invocar sus orígenes, se acercan, inevitablemente, al logos originario. De esta forma, hacen resonar los tambores ancestrales, antes de que las raíces sean amputadas por la voracidad de una codicia enloquecida.
Es nuestro anhelo que este sonido llegue antes de que la anestesia (que precede a esta amputación) sea inoculada por la perfidia de aquellos que (habiendo traicionado a su esencia) perdieron el contacto con sus orígenes.
Estos tambores suenan cada vez con más fuerza, con la esperanza de que quienes aún conservan su fidelidad (y gozan de una espaciosa intimidad con su esencia) puedan permitir que este sonido vibre en sus entrañas y comience a despertar sus raíces.
¡Afortunados quienes posean el coraje y la sinceridad para poder obedecer el reclamo de su interioridad!
Roger Esclarmonde