La Libertad
La libertad no es algo que se elige, sucede únicamente cuando alguien es capaz de escuchar y obedecer a su sentir genuino.
No puede haber libertad si no se conquista previamente lo genuino.
No existe ninguna libertad, si antes ésta no ha germinado y fructificado sobre el suelo fértil de la espontaneidad.
Ser libre implica ser genuino, espontáneo, fiel a la propia naturaleza.
Las otras libertades deberían ser descartadas, ya que suplantan a la verdadera libertad.
Hacer lo que uno desea, no es un referente de libertad. Estos deseos pueden estar condicionados por el marco externo. Estos condicionantes suelen estar apañados por planes e intereses. Estos intereses, en muchos casos, son ajenos a la propia naturaleza e incluso a la propia voluntad.
Cuando uno se aleja de su origen e ignora su verdadera naturaleza, se ve envuelto en continuas imágenes, surgidas de deseos y temores, que son proyectadas en la mente por la imaginación. Al obedecer esas imágenes, el alejamiento de nuestro origen se consolida, olvidándonos de aquello que es lo esencial.
La libertad supone estar libre, en el presente, disponible para actuar espontáneamente.
Como consecuencia de ese alejamiento, nos hemos olvidado de algo fundamental:
¡La imaginación nunca podrá sustituir a la realidad!
La libertad no es una elección, sino el resultado de una actitud adecuada frente a la existencia. Esta actitud sólo sucede tras la provisión de la suficiente sinceridad, fielmente defendida por una firme valentía. Sólo de esta forma se provocará el fortalecimiento de una fidelidad (con la pureza interna) indestructible.
Ha sido dicho que, únicamente cuando esa pureza esté a salvo de la radicalidad conceptual, podremos ser libres.
Cubierto de temores, nuestro interior nos reclama, esperando desesperadamente ese día en que será liberado, mientras nosotros, temiendo nuestro dolor, tememos sus reclamos y permanecemos huyendo, en pos de deseos evasivos.
La libertad no es una prerrogativa externa, sino el resultado de una comprensión interna.
Únicamente cuando nuestro interior esté a salvo seremos libres.
Libertad significa liberarse de algo. De algo que consideramos lo causante de nuestra falta de espontaneidad y espaciosidad.
Cuando el criterio para elegir a ese causante es erróneo, al tomar esta decisión, quizá nos alejemos de aquello que nos señala hacia esa herida interna de la que huimos, y que reclama ser atendida.
En estas elecciones (para liberarnos de las sensaciones internas que nos negamos a enfrentar) se pueden dar casos extremos, que complican el acceso a esa libertad que se pretende.
Por ejemplo, he conocido a quienes (huyendo de sí mismos) han querido liberarse de los lazos de su hogar y, tras haber sido infieles a sus afectos, han caído en la soledad y el desamparo, siendo después devorados por el victimismo y su indignación.
También hay quienes, huyendo del fuego de su demanda interna, han querido liberarse de sus raíces culturales y étnicas. Luego, mirando hacia un futuro, creado por la imaginación, han acabado en la orfandad histórica y el desarraigo.
Hay quienes, queriendo liberarse de sus deberes maternales o paternales, han delegado la educación de sus hijos en instituciones escolares, en donde, con alabanzas y humillaciones, han domesticado su espontaneidad, causando un grave daño a su naturaleza genuina.
Estos ejemplos pueden dar una idea de lo manipulable que es la mente literalista, que hoy se propaga tan impunemente.
Con el abuso de este literalismo se construyen conceptos biensonantes, pretendiendo encontrar en éstos la panacea imaginada.
Conociendo esta debilidad, de quienes han huido de su soledad, no nos ha de extrañar el uso mercantil que este sistema depredativo ha hecho de la palabra libertad.
En estos tiempos, el individuo defiende, desde una actitud timorata, una libertad conceptual; legislada por mentes calculadoras, que es presentada en una bandeja, rodeada de unos miedos diseñados.
Esta libertad, altamente rentabilizada es, en realidad, una esclavitud de diseño.
Cuando el corazón ya ha sido saqueado, la esclavitud es inevitable. Tiempos oscuros le preceden y le suceden.
Extraído del libro “Evocación” de Marsias Yana