Deriva Progresista
Fragmento de una tertulia entre Pierre, Marsias y Baba ji, sobre la espiritualidad occidental.
Ante una taza de chai, en la casa de Baba ji, en Tiruvanamalai, India.
Extraído del libro La Bifurcación, de M. Yana.
“Nuestra vecindad propició que fuesen surgiendo espontáneos encuentros, que nos permitieron desarrollar una relación fructífera. Algunos días me invitaba a entrar en su casa, para conversar relajadamente.
Baba ji nunca había viajado a occidente, cosa que me sorprendió (dada su erudición en lo occidental y su espíritu cosmopolita). Conocía bien nuestro carácter y solía acertar con sus afirmaciones.
Un día, que me acompañaba Pierre (un amigo francés, caballero de la Gnosis Originaria Occidental y compañero de Roger Esclarmonde), nos dijo:
–Occidente ha convertido el deseo en el motor de una nueva religión. Al hacer esto, pretende ignorar sus propias raíces espirituales y culturales, y desconocer la sabiduría de sus predecesores.
–La mente occidental –respondí– carece del reposo suficiente como para darse cuenta que, tras ese frenesí que le agita, se ha olvidado de su propia esencia. Mientras, su interior agoniza, añorando su verdadero hogar.
Baba, nos preguntó: –Y la espiritualidad, ¿qué función ocupa actualmente en occidente?
Pierre respondió: –Con el paso del tiempo, las religiones se han ido contaminando de literalismo. Esto ha provocado en ellas una polarización hacia dos extremos: Por un lado, se cae en la obcecación mística y por el otro en un dogmatismo superficial.
La obcecación mística suele iniciarse con la fascinación, y enceguecerse con una exaltación, provocada por la sugestión y la creencia ciega. Tras este tipo de creencia (dada su ceguera implícita) uno permanece ignorante ante todo Conocimiento Trascendente o Gnana. Esta nueva religión literalista ya no subvierte la mente materialista, sino que negocia con ella.
[Recordé que el Gnana hindú tiene su paralelismo en occidente en la Gnosis.
La Gnosis (que tuvo un fuerte arraigo en el antiguo cristianismo) desarrolla una observación incisiva de la mente subyacente e intuitiva. El cultivo de este hábito introspectivo es lo que siempre ha protegido a la conciencia de caer en el engaño de las apariencias.
El desprecio histórico que se ha desarrollado frente a esta corriente espiritual se debe básicamente a la propaganda hostil y a la destrucción y manipulación de sus textos]
–Desde esta posición, que sostiene al literalismo moderno occidental –continuó Pierre–, se ignoran los planteamientos propugnados por las más sólidas tradiciones. Unas tradiciones que plantean, desde la antigüedad, el desarrollo de la sabiduría como herramienta fundamental en el desarrollo interno.
El ser humano actual (surgido de la expansión de la cultura mercantil de occidente) vive bajo la tutela de una mente conceptual y literalista (cultivada y engordada a través de un adoctrinamiento educativo y mediático). Esto le lleva a centrarse en su emocionalidad, que se desarrolla desmesuradamente debido a una constante agitación interna. Una agitación provocada por la elección incesante entre lo que rechaza y lo que desea.
En este estado mental, el individuo es empujado a perseguir un pervertido concepto de progreso, con el que se pretende actualizar y suplantar al esperado Paraíso Terrenal.
Llevado por el hechizo de este progreso, el individuo, que ha abandonado la observación del juego subyacente de su mente, parece ignorar que es en esa subyacencia en donde realmente se desarrollan sus verdaderas intenciones.
Con esta ciega actitud, se continúa avanzando en un literalismo cada vez más tosco, que acerca al individuo a un precipicio existencial de grandes proporciones. Desde ese literalismo, en donde el individuo pretende para sí una pueril inocencia, se persigue, adoctrinadamente, el expectante Paraíso del Progreso.
Bajo la coartada de esta expectativa progresista, son ignoradas las actitudes egoístas que subyacen. De esta forma, el individuo queda indefenso frente a su propio engaño interno, que permanece impune y escudado, frente a cualquier mirada indagativa.
Esta clandestinidad, que la mentira pretende para sí, se ha ido fortaleciendo con el paso de los años. No debemos olvidar que, durante siglos, se ha perseguido a la Gnosis cristiana, como si de un diablo se tratara. Además,al fruto de la sabiduría del Bien y del Mal (Gnosis) se lo ha considerado como el fruto prohibido y el Pecado Original.
De esta forma se ha ignorado que no existe mayor pecado que contemplar a la Eternidad Infinita (nuestro origen) como caos y tinieblas (Gen 1-2), y que éste es el verdadero Pecado Original.
[Pierre, empujado por su fuerte convicción gnóstica, nos miraba, tratando de ver si el tema nos interesaba lo bastante como para seguir ahondando. Nuestras miradas nos delataron, y continuó:]
–Debido a esta impunidad que ahora goza la mentira, ésta se ha infiltrado en las capas profundas de la psique. Esto ha dejado al ser humano a solas con innumerables creencias incuestionadas (fe ciega), que han usurpado el lugar de la auténtica certidumbre (fe cierta). En esta usurpación ha fermentado la sugestión, hija de la fascinación, ocupando el lugar de la verdadera convicción. Una convicción que únicamente puede surgir de la percepción clara de los procesos internos.
Dado que una creencia es fácil de derribar, al ser expuesta ante una obviedad, históricamente, se ha recurrido a una agresiva actitud proselitista, para poder hacer sostenible lo que sería inaceptable. Esto ha dejado sus secuelas en la mente contemporánea.
La agresividad que se empleó contra los cristianos originarios (herejes) y con otras tradiciones (llamadas paganas), se ha transformado en una demagogia ladina. Con esta demagogia, vestida de buenas intenciones y complejas astucias, se pretende imponer lo que es indefendible ante la lógica y la obviedad.
Tras un breve silencio, en el que asentimos con estas palabras, Baba ji aprovechó para ir a la cocina y poner a calentar agua, para preparar un chai.
Unos minutos después, cuando se sentó, nos preguntó:
–Hay cosas que no entiendo de las religiones occidentales que surgieron de la Biblia: Si Dios es armonía, luz, amor y sabiduría, ¿Cómo puede arrepentirse de haber creado a los seres humanos (Gen 6-7) y ver, en El Principio Primordial, desorden y tinieblas? (Gen 2).
Le expliqué que ese Creador era el Creador para su pueblo elegido. Un pueblo creado, a su imagen y semejanza, para ayudarle a llevar a cabo su plan. Un plan grandioso (El Paraíso Terrenal) que, aunque fracasó en su primer intento, no fue nunca abandonado. Basta fijarse detenidamente, para comprender que éste es el paraíso que se persigue actualmente: Un paraíso material o terrenal (para los elegidos).
Pierre volvió a tomar la palabra, que yo cedí con gran interés (quería escucharle):
–Ahora, debido al proceso de degradación que la mente ha sufrido (como consecuencia de haber abandonado sus funciones naturales y haberse entregado a una continua persecución de la felicidad en lo material), el pensamiento simbólico de los antepasados ha sido ignorado. Esta destrucción del pensamiento mitológico, ha supuesto una implantación social del pensamiento conceptual, muy útil para la manipulación mental.
Despojado ahora de liturgias arcanas, el ser humano abraza inconscientemente un camaleónico materialismo, hábil en sus emulaciones de lo Sagrado. Pero los métodos y los objetivos no han cambiado. La meta materialista, de aquel paraíso, sigue más viva que nunca, alcanzando su mayor nivel de sofisticación en la emulación de lo Sagrado.
Actualmente, la imagen de aquel Dios bíblico ya no es necesaria, y su liturgia ha sido socialmente abandonada desde el poder. Un poder, que, protegido tras el engaño que se proyecta en la apariencia, puede ahora prescindir de aquel atuendo.
El materialismo actual ya no necesita a los dioses. Aunque funcione con las pautas del fanatismo religioso. En este nuevo fanatismo, enfocado en una frenética búsqueda de lo terrenal, se aplican todos los medios necesarios, eliminando, astuta e implacablemente, todo aquello que se le opone.
Ahora el individuo parece estar sometido a la gravitación inexorable de las leyes de la inconsciencia, para el beneficio del poder.”
Extraído del Libro: “La Bifurcación”
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Marsias Yana