PREÁMBULO
Sólo desde la serenidad es posible escuchar atentamente las preguntas que nuestra conciencia se plantea sobre la existencia. Sin el contacto con estas preguntas no sucedería el discernimiento necesario para su desarrollo.
Hoy en día, es claramente perceptible cómo nuestra serenidad está amenazada por un incremento constante de deseos. Deseos que, convertidos en necesidades, vienen acompañados de exigencias y ansiedades.
En este proceso, continuamente se necesitarán nuevos deseos para seguir eludiendo, indefinidamente, los reclamos internos. Con el paso del tiempo, estos reclamos irán incrementándose, provocando la extenuación y el consiguiente abandono de nuestras fidelidades internas.
La intensidad del afán, con el que se acumula el mayor número posible de esas necesidades, indica el nivel de imposibilidad que tiene el individuo para cuestionar esta actitud. Siendo esta imposibilidad indagativa el umbral que señala la curva degenerativa de la conciencia.
Estas necesidades provocan agitados sentimientos. La correcta indagación y discriminación de estos sentimientos mostraría las contradicciones que los sostienen.
Con el ánimo de enfocar la atención en preguntas que estimulen esta indagación, planteo estas reflexiones.
El trayecto que se muestra está despojado de adornos litúrgicos. Pero esta desnudez requiere también de una posición desnuda por parte del lector. En estos tiempos, este impudor es recomendable para poder dirigir ágilmente la atención hacia lo señalado, sin detenernos buscando atajos en el dedo señalador.
Ha sido proclamado que el contacto responsable con el dolor subyacente es la ruta más obvia para aquellos que deseen conocer las causas de su sufrimiento. Pero esta obviedad no está exenta de dificultades.
Secretamente, se anidan en nosotros comportamientos y actitudes que contradicen nuestra voluntad de sanación. Tengamos en cuenta que esa voluntad de sanación ha sido transfigurada hábilmente en una (bien ataviada) voluntad de evasión, que nos engaña continuamente.
Siendo esta voluntad de sanación hábilmente evasiva y escurridiza, en este proceso se necesitarán ciertas actitudes, imprescindibles, para poder evitar los engaños y sus astucias.
Sólo cuando se conquista una sinceridad descarnada puede ser liberado el verdadero coraje.
Sólo con suficiente sinceridad y coraje puede llevarse a cabo el despliegue de la conciencia.
Sólo cuando la conciencia se despliega y conquista una mayor espaciosidad puede luchar contra sus engaños.
Sólo la indagación permitirá cultivar una verdadera la comprensión.
Sólo tras una necesaria reflexión podrá fructificar lo sembrado.
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Marsias Yana