Revolución
Pregunta:
-Al escuchar estos planteamientos, siento que sólo unos pocos serán capaces de penetrar en las sutilezas que señalan; en cambio para otros (la mayoría) esto les parecerá aburrido.
Aunque estas sutilezas fuesen señaladas con gran precisión, pocos las entenderían. Actualmente las miradas están dirigidas hacia otra dirección, opuesta a estas interioridades. Esto hace que sea imposible, o muy lejano, un verdadero cambio social.
Sin este cambio, nuestros hijos seguirán adquiriendo hábitos productivos y depredativos, que luego son tan costosos de erradicar. Mientras, la corriente de esta inercia seguirá creciendo; lo que nos llevará a una continua densificación del pensamiento. Esta densificación hace a nuestro intelecto tosco e inservible, para discernir en el sentir interno.
¿No es ilusorio, pretender avanzar en una dirección, tan sutil y profunda, con tales obstáculos externos? ¿No debería suceder antes un cambio social, o una revolución, para (posteriormente) poder cultivar, limpiar y refinar nuestras actitudes, con menos dificultades?
Respuesta:
-Es difícil imaginar que desde actitudes incorrectas se puedan construir sociedades armoniosas, con gobiernos justos.
La precipitación por iniciar exaltados procesos revolucionarios debe ser refrenada, para que pueda ser contemplada desde la hondura suficiente. Además, esta precipitación podría estar motivada por ansiosos mecanismos evasivos, deseosos de lanzar hacia fuera las culpas del sufrimiento no aceptado (ni comprendido).
Mientras no se haya alcanzado una cierta madurez, las capas de engaño se moverán ocultas a nuestra mirada (con el beneplácito de la inconsciencia). Siendo así, estaremos expuestos a un continuo juego emocional, que nos arrastrará más allá de lo que pretendíamos.
Las causas para un verdadero cambio social, deben cultivarse internamente. Sólo desde una base sólida y madura, podrán desarrollarse, satisfactoriamente, unas circunstancias propicias.
Aunque ese cambio se ofreciese a todos, el desarrollo de una sabiduría que lo sostenga siempre ha sido tarea de unos pocos.
Cuando las circunstancias externas e internas lo permitan, aquellos que hayan madurado, deberán recomponer lo deteriorado (un deterioro que seguirá incrementándose hasta alcanzar su punto crítico). Sólo entonces podrá surgir, genuinamente, un espontáneo Sistema Natural de Jerarquía de la Conciencia.
Este sistema, natural y espontáneo, ha sido el único capaz de proteger a quienes, humildemente (sabiéndose perdidos en el laberinto emocional de la existencia) tiene la voluntad y el coraje para luchar, con la suficiente nobleza, contra el actual sistema depredativo que, amenaza nuestra humanidad y nuestra supervivencia.
Los obstáculos externos comenzarán a aflojarse, en la misma medida en que podamos renunciar a esos deseos que se han impuesto como necesidades ante una conciencia adormecida. Esas necesidades son, sin ninguna duda, los grilletes que aprisionan nuestra libertad.
Sin un profundo y verdadero cambio interno, las revoluciones sólo son giros en una rueda infinita. Giros llenos de expectativas y de temores, que apenas procuran un alivio temporal.
Tras estas revoluciones pronto volverán a aparecer los síntomas del viejo mal, aún no erradicado. Y…, paradójicamente, es a veces ese mismo mal lo que acaba liderando nuestras deseadas revoluciones.
.
Marsias Yana